“Debemos acabar con el estigma social y la privación económica al que se enfrentan las viudas; poner fin al elevado riesgo de abuso y explotación sexual; y eliminar los obstáculos en el acceso a los recursos y a las oportunidades económicas que limitan su futuro” Ban Ki-moon
Para los romanos, una viuda era una mujer solitaria que, tras la muerte de su marido, quedaba bajo la responsabilidad de su hijo varón mayor o de la familia de su esposo. Actualmente se usa este nombre, a veces incluso legalmente, para referirse a la persona superviviente de una pareja, aunque nunca se hayan casado. En ciertos países, como Brasil y Uruguay, estas personas tienen los mismos derechos que los que fueron casados.
De la palabra latina se derivaron el francés veuve, el italiano vedova y el portugués viúva. La viudez ocurre cuando en una unión conyugal una de las personas fallece. La viudez es un evento significativo en la vida de las personas, ya que tiene importantes repercusiones en el ámbito de la salud, psicológico y social.
Para muchas personas que han perdido a su cónyuge, principalmente mujeres, representa un factor de riesgo que incrementa su vulnerabilidad en dichos ámbitos y además, constituye riesgo de incremento en problemas familiares de diversa índole. Por lo que las ausentes en las estadísticas, inadvertidas por los investigadores, abandonadas por las autoridades locales y nacionales y mayormente ignoradas por las organizaciones de la sociedad civil, la situación de las viudas es, en efecto, invisible. Según datos de la INEGI en México existe 4.8 millones viudas.
Guerrero y Oaxaca son los estados con mayor proporción de viudas a nivel nacional. Y la ONU estima que hay 258 millones de viudas en todo el mundo, y casi una de cada diez vive en la pobreza extrema. Explican desde este organismo que, para muchas mujeres, la pérdida de su pareja se ve magnificada por una lucha a largo plazo por sus derechos básicos y su dignidad al pasar históricamente desapercibidas, sin apoyo en nuestra sociedad.
Sin embargo, el abuso de las viudas y sus hijos constituye una de las más graves violaciones a los derechos humanos y obstaculiza el desarrollo actual. Millones de viudas en el mundo soportan extrema pobreza, aislamiento, violencia, falta de vivienda, enfermedades y discriminación en lo que respecta a la ley y las costumbres. A fin de darle un reconocimiento especial a la situación de las viudas de todas las edades y de todas las regiones y culturas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en el año 2011 el día 23 de junio como el primer Día Internacional de las Viudas con el fin de darles un reconocimiento especial, ya que millones de mujeres en el mundo sufren de pobreza, aislamiento, violencia, falta de vivienda, enfermedades y discriminación en lo que respecta a la ley y a las costumbres de varios países.
Cuando una mujer queda viuda, de entrada, suele existir cierta compasión social, sin embargo, tienden a ser ignoradas cuando sobre sus hombros queda la dura responsabilidad de sobreponerse y en la mayoría de los casos, sacar adelante emocionalmente y económicamente a toda una familia, enfrentando solas el reto Muchas mujeres en todo el mundo tienen una condición social intrínsecamente relacionada con la del esposo.
Al enviudar, enfrentan la denegación de sus derechos humanos como el derecho a la herencia, a la tierra; además de que pueden sufrir rituales de sepultura. Muchas de ellas están en riesgo de perder su vida y pueden violentarlas con otras formas de abuso. En gran cantidad de países, la viudez constituye una institución de baja condición social y se suele limitar los derechos de estas mujeres siguiendo tradiciones que les prohíben heredar.
Esta condición las lleva a estar inseguras financieramente y se ven obligadas a buscar trabajos informales, o inclusive llegar a la prostitución para poder sostenerse.
Asimismo, los hijos de las viudas se ven afectados de manera emocional y económica. Uno de estos ejemplos es cuando las madres tienen que retirar a sus hijos de las escuelas y depender de su trabajo. Las viudas están en mayor riesgo de sufrir violencia que otras mujeres, especialmente en países asiáticos o africanos ya que, al no gozar los derechos de propiedad y herencia, se ven vulneradas a sufrir abusos dejándolas en una condición de extrema pobreza y desatención. Además, en algunos países se les obliga a realizar rituales degradantes y riesgosos.
La situación de vulnerabilidad de una viuda durante y después de un conflicto es apremiante. Antes de quedar viuda una mujer normalmente sufrieron la pena de ver a sus esposos torturados, mutilados o sufriendo otro tratamiento cruel o inhumano. Ellas mismas pudieron ser sujetas a alguna violencia durante el conflicto como sucede con las viudas de Ruanda, Afganistán o Iraq.
Este maltrato puede tener un impacto negativo sobre las inversiones en materia de paz y seguridad, contribuyen al ciclo de la pobreza, genera descontento e inseguridad y, en última instancia, desafía a la democracia y a la seguridad sostenibles. Es imperativo poner fin a los estigmas sociales y las privaciones económicas que sufren las viudas para así evitar abusos en su contra. Igualmente, se deben eliminar los obstáculos para que ellas puedan acceder a los recursos económicos, defender sus derechos como al de heredar, a la propiedad y a la tierra.
Empoderar a las viudas y llevarlas al pleno disfrute de sus derechos humanos, les dará la oportunidad de desarrollar una vida después del duelo. No sólo para su propio crecimiento, sino también para ayudar a la protección de sus hijos y frenar un ciclo de pobreza y privaciones. Las severas violaciones de los derechos humanos de las viudas, tiene origen en la equívoca percepción de que la mujer posee un valor inferior al hombre.
El Día Internacional de las Viudas, debe servir como motivo para reafirmar la igualdad entre géneros, debe buscar un fin a la discriminación y ofrecer en vez la garantía a esas mujeres de labrar su futuro y asegurar su participación en la sociedad Que sea la una oportunidad para pasar a la acción y conseguir así lograr sus plenos derechos y el reconocimiento para las viudas.
Esto incluye proporcionarles información sobre el acceso a una parte justa de su herencia, tierras y recursos productivos; pensiones y protección social que no se basen únicamente en el estado civil; trabajo decente e igualdad de remuneración; y oportunidades de educación y formación. Capacitar a las viudas para que se mantengan a sí mismas y a sus familias también significa abordar los estigmas sociales que crean la exclusión y las prácticas discriminatorias o perjudiciales.
Asimismo, los gobiernos deben tomar medidas para mantener sus compromisos para garantizar los derechos de las viudas tal como los consagra el derecho internacional, lo que incluye la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Convención de los derechos del niño. Incluso cuando existen leyes que protegen los derechos de las viudas, la debilidad de los sistemas judiciales de gran cantidad de estados compromete la forma en la que se defienden los sus derechos en la práctica.
La falta de concienciación y la discriminación por parte de los funcionarios judiciales puede provocar que las viudas eviten acudir al sistema judicial para reclamar la restitución de sus derechos. Con familias de madres solteras y mujeres mayores solteras, que ya de por sí son particularmente vulnerables a la pobreza, esta es un área que necesita atención urgente. Para ello, se deben emprender programas y políticas para terminar con la violencia contra las viudas y sus hijos, mitigar su pobreza, ofrecerles educación y otras formas de ayuda.
En definitiva, deben emprenderse programas y políticas para terminar con la violencia contra las viudas y sus hijos, mitigar su pobreza, ofrecerles educación y otras formas de ayuda. Estos programas deben incluirse en el contexto de los planes de acción para acelerar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En situaciones posteriores a un conflicto, se debe convocar a las viudas para que participen plenamente de los procesos de reconciliación y consolidación de la paz con el fin de garantizar que contribuyan a la paz y seguridad sostenibles.
“Las viudas deben estar informadas sobre el acceso a una parte justa de su herencia, tierras y recursos productivos; pensiones y protección social que no se basen únicamente en el estado civil, capacitar a las viudas para que se mantengan a sí mismas y a sus familias también significa abordar los estigmas sociales que crean la exclusión y las prácticas discriminatorias”
Araceli Aguilar Salgado
Editorialista Invitada
Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Presidenta del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Analista y comentarista mexicana, del Estado de Guerrero, México. E-mail [email protected]