Arturo Cardona Mattei
La verdad sobre la mentira
Ese es el título de la columna escrita por el Arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, en el periódico El Nuevo Día, hoy sábado 24 de diciembre de 2016. Es titánica la pretensión del Arzobispo de tratar de poner parches nuevos en ropaje viejo. Por siglos la Iglesia Católica ha sido criticada y denunciada aun por sus propios líderes. Y la historia está llena de las muchas enseñanzas falsas que la Iglesia ha permitido y promovido, creando así mentiras y falsas expectativas a tantos millones de personas. La Iglesia Católica no es buen ejemplo a seguir si en verdad se busca la verdad de Dios y sus propósitos para toda la humanidad. Veamos una corta lista de las falsas enseñanzas de la Iglesia Católica, a lo largo de unos dos mil años.
El indescifrable trabalenguas de la Trinidad. Esta mentira nos lleva a las antiguas sociedades paganas de Egipto, Babilonia, Asiria, Grecia y Roma, donde las triadas eran la norma en sus creencias religiosas. Las infames Indulgencias de la Edad Media. La manufactura de una increíble cantidad de santos, y sus intervenciones ante Dios a favor de los hombres. La comunicación con los muertos. La desdichada santidad de la Madre Teresa de Calcuta, quien cita en su biografía que no cree en la resurrección. Un Purgatorio y un Infierno destinados para las almas pecadoras. El supuesto viaje del apóstol Pedro a Roma. Y por último, nos topamos con la gran mentira del jolgorio navideño, donde la tradición del hombre se engulle la palabra de Dios. Nadie, hasta el día de hoy, ha podido indicarme con la Biblia la fecha del nacimiento de Jesús. La verdad histórica es que esa idea nació de un Concilio de la Iglesia, patrocinado por un político pagano romano: el emperador Constantino. Todo este cúmulo de mentiras hacen de la Iglesia Católica una falsa amiga de Dios y sus propósitos. En un ambiente como este, donde hay tanta falsedad y engaño, es imposible que el Espíritu Santo pueda mostrar su presencia y energía.
Falsedades y mitos se han mezclado en las enseñanzas de la Iglesia a lo largo de muchos siglos. Veamos los seis grandes mitos que aún siguen cabalgando dentro de la Iglesia. Uno, el alma es inmortal. Dos, las personas malas sufren tormentos en el Infierno. Tres, todos los buenos van al cielo. Cuarto, Dios es una trinidad. Quinto, María es la madre de Dios. Sexto, está bien usar imágenes para adorar a Dios. Muchos siglos han pasado, pero los mitos siguen campeando por su respeto dentro de los predios del Vaticano.
El padre Salvador Freixedo escribió un libro titulado Mi Iglesia Duerme. En mi concepto, y desde el punto de vista espiritual, la Iglesia Católica está muerta. Es imposible que Dios pueda soportar tanta mentira y engaño, tanta división, tanta corrupción y tanta vanidad. Dios no puede tolerar que su verdad sea contaminada con costumbres paganas.
Demos un último toque a las festividades navideña. En el libro de Amós encontramos la siguiente advertencia: “He odiado, he rechazado sus fiestas, y no disfrutaré del olor de sus asambleas solemnes pero si ustedes me ofrecen holocaustos, ni siquiera en sus ofrendas de dádivas me complaceré. Remuevan de mi la bulla de sus canciones; y el sonido melodioso de sus instrumentos de cuerda no oiga yo”.
Pregunto yo, ¿acaso ese ambiente altamente ruidoso, esa gritería tan subida de tono y esa concurrencia de tanta gente será del agrado de Dios en estos días modernos de un paganismo tan alcoholizado y glotón? El mundo de la farándula y sus círculos de oraciones han desvirtuado la verdadera cara de Dios. Jehová, el oidor de las oraciones, ciertamente, no oye todas las oraciones.
Señor Arzobispo de San Juan, la mentira está muy penetrada en todas las esferas de nuestra vida como individuos y como sociedad.
Y las mentiras más impúdicas viven dentro de las iglesias llamadas cristianas, incluyendo la católica. Dele usted un vistazo a lo que está ocurriendo en la Argentina del Papa Francisco. Acusaciones feísimas de pederastia y encubrimiento de robo por parte de un grupo de monjas.
Ni Judas Iscariote imaginó tanta maldad diabólica. Pero estos son otros tiempos.
Queda de ustedes,
Arturo Cardona Mattei
Caguas, Puerto Rico