Lilliana Vergara Agostini
Coach Certificada de Empoderamiento Personal
Define, traza, alcanza una meta…
La vida nos ofrece muchas opciones. Está en nosotros escoger vivirla a plenitud,
a medias o quedarnos en la estacada. Podemos incluso elegir subsistir, o
sencillamente, soportar.
Ahí reside la gran decisión, ¿cómo voy a vivir?
Recuerdo la ocasión, en la que llevaba algún tiempo advirtiendo una necesidad
urgente de atenderme. Cuando percibes flojera, cuando te inquietas, cuando
sufres quebrantos de salud, en fin, cuando sientes estar con el alma en un hilo,
sabes que necesitas un cambio.
Más que deliberar en lo que no quería, me enfoqué en lo que deseaba en mi
vida. Esa es la clave…
“¿Qué necesito?”, me plantee.
“Trazar una meta causará propósito, responsabilidad, seguridad y cierto control
en mi vida”, me respondí a mí misma.
La otra gran pregunta fue, “¿Qué estás dispuesta a soltar?”
De inmediato me dije: “Necesitas deshacerte de la “seguridad” que te brinda tu
zona de comodidad física, mental, económica, psicológica y ojo, también social”.
La planificación del día a día, desde un plan pequeño hasta uno grande, fue
necesaria para dar estructura, validez y sentido a la estrategia a seguir.
Teniendo en mente que las metas involucran atmósferas viables, y otras tantas
dificultosas, fue importante, haber tomado como base mi entorno y mi realidad,
y dirigirme hacia los diversos escenarios, desde la fe y el optimismo.
Y es que sin importar el título que le adjudiquen: objetivo, plan, proyecto de
vida; o cuán grande, pequeña o simple pueda parecer una meta, lo realmente
importantes es trazarla.
L V A
Pueden ser metas a corto, mediano y a largo plazo. Y si importante es idearlas,
más significativo es ejecutarlas. Será la acción la que te saque de donde estás, y
te lleve a hacer realidad eso que tanto deseas.
Muchas veces escuchamos, e incluso decimos, “Siempre hay que tener un plan
B”, por si el plan A, fracasa. Pues sí, ¿por qué no? Las metas son nuestra
estrategia de vida, desde mi punto de vista, tan necesarias como comer,
cepillarte los dientes o dormir. No trazarlas, pudiera implicar abandonar
nuestro privilegiado espacio para pensar en la vida, en nuestra toma de
decisiones, en nuestro propósito y en esa gestión personal que nos mueve hacia
una nueva perspectiva.
Organización, enfoque, visión, pasión, voluntad, son algunos ejemplos que
representan el combustible que requeriremos para alcanzar una meta.
Quise ubicar aparte, los conceptos, apertura y flexibilidad, pues son punto de
lanza en cualquier meta que nos propongamos. Apertura para definir el plan,
para auto conocernos y flexibilidad para enfrentar los desafíos y miedos, para
creer en nosotros mismos. También para manejar muestras emociones y
nuestro tiempo.
Desde mi experiencia, una de las destrezas que más te ayudará es la
consistencia. No importa los retos que encuentres, se firme en tu propósito.
Bien dice un trillado refrán, “Vale más fracasar por intentar un triunfo que dejar
de triunfar por temor a un fracaso”.
¿Cuál es tu meta?
El Coaching, un gran aliado.
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