Francisco S. Cruz
Partido y democracia
Partido y democracia
Por Francisco Cruz
Domesticar un libre pensador; aunque pertenezca a un partido político equis, no es tarea fácil y no está exenta, dicha empresa, de caer por un precipicio.
Lo digo por la experiencia propia del que ha vivido exorcizando demonios (ideas), sin renunciar a algún tipo de disciplina partidaria, que no llegue, por supuesto, a la censura. De ser así, mejor recojo mis papeles y me voy "a morir donde no hieda" como dice el dicho popular.
La democracia en las sociedades y en los partidos políticos debe ser la misma. La diferencia debe estar en la forma, en los temas y en los argumentos. Lo demás es defender con ahínco y volunta política unos cambios, una reforma y unos compromisos de cara al país. ¡Esa defensa es sagrada e irrenunciable!, aquí o en la China.
No concibo otra forma de hacer política y democracia, a menos que, se procure un silencio complaciente para fomentar una cultura de displicencias y anteojeras con la intención de hacerla doctrina en el accionar de un "aparato" cualquiera. Aquí estaríamos hablando de una sociedad de borregos en donde la libertad se reduce a comer y defecar. Algo que, en honor a la verdad, no dista mucho lo que ha sido (y es) la existencia de miles de seres humanos (en contra de su volunta y muy lamentablemente) en todo el planeta.
Por ello, semejante propósito no se me hace tan extraños (si surge alguna vez) porque así como hay fanatismos, también hay el culto a la personalidad y la aspiración aberrante a una civilización de seres sin cabeza ni sentimiento humano. ¡Dios nos libre!
Por supuesto también están, los que en la acera de enfrente de los partidos políticos (intelectuales puros (¿y existe eso?), sociólogos, politólogos, economistas, analistas y todólogos) nos censuran, nos fusilan, nos satanizan y hacen trizas de nosotros (los políticos), obviando u ocultando sus ambiciones y algunas que otras aspiraciones frustradas en alguna academia, en algún gobierno, o quien sabe, la existencia de algún beneficio marginal que probablemente proviene de la misma fuente que a diario se critica y se combate.
De esos conozco a borbotones. Es más, puedo decir que, en ese ejercicio, no pocas familias se las arreglan para repartirse el botín sin tapujos ni remordimientos. De modo que sus burlas y enrostramientos a los partidos políticos es parte del folclor y de una estrategia (negocio) muy socorrida: vete tú ahora con el PLD, que yo me voy con la oposición (sociedad civil, participación ciudadana, ONGs, grupos populares, PRD y demás "aparatos" en la República Dominicana).
Hay otros que son peores. Ya el Dr. Balaguer los tipificó en "Los carpinteros". Ellos son Los famosos corchos que flotan en todos los gobiernos. Fue a uno de esos que le recordé, hace poco, que Leonel y el PLD llevan cinco triunfos electorales y que todos se reflejaban en sus costillas y en su amargura; a pesar de la excesiva decencia y pluralidad con que el Presidente dominicano complace algunas peticiones, incluida, la de él mismo (el sujeto a quien me dirigía, que apropósito, se desplaza en un vehículo oficial). ¡"Cosas veredes, Sancho"!
Para terminar, quiero decir que no hay camisa de fuerza que encierre ni atrape el libre albedrío de los demonios que habitan en mi cabeza y que me gritan: no teje joder, ni dirigir, ni narigoniar, a menos, que no sea tu conciencia, el convencimiento, o que definitivamente, te bajaste los calzones. Si eso es así, entonces, ponte precio y dejate de andar en Austín (aquellos carritos-hierro de asientos duros y de capotas blancas y rojas de los años 70, del siglo pasado, ¿te acuerda?).