Arturo Cardona Mattei
Mi bosque preferido
Arboles…muchos árboles…muchísimos árboles
Con múltiples colores y tonalidades
Eran tantos que no cabían en el bosque
Bosque denso…apretadamente denso
Eran más que vecinos unos de otros
Estaban hermanados por raíces y ramas
Entonaban canciones y gritos melodiosos
Se movían lentamente…luego ligeramente
Sus ramas bailaban como bailan las nubes blancas
Y sus raíces profundas…bien profundas
Sacaban el agua que el río Eufrates le proporcionaba
El bosque crecía como mágicamente
Sus ramas como violines sonaban
Sus troncos eran como columnas agigantadas
Sus hojas caían para formar un tapiz de mucha gracia
Su amigo el viento no tenía día de descanso
Y su amiga la lluvia quitaba las impurezas de su lado
Verde…muy verde…verdísimo bosque mágico
Tabernáculo de lo bello, de lo excelso, de lo inacabado
Bosque grande, inmenso, inmedible
Crecía mágicamente, apresuradamente
En baile violento todos ellos chocaban
Se juntaban, se abrazaban, se saciaban
Así se reproducían, así se multiplicaban
Ninguno de ellos moría, ninguno se enfermaba
Crecían altos, robustos, con mucho ánimo
En tierra fértil nacían, crecían, se acoplaban
Y en sus copas tenían un velo que los resguardaba
Mi bosque preferido, altar de muchas alas
En tu paciente ambiente mi espíritu se escapa
Mi vida toma nuevos giros con nuevas alboradas
En ti el Sol penetra, alumbra, pero no mancha
En ti los rayos de la Luna forman caminos de alabanzas
En ti la lluvia se goza brindándote caricias embrujadas
En ti el río se mueve a través de tan magno panorama
Mi bosque preferido, tú tienes gracia
En ti se encuentran los mejores placeres del alma
En ti el niño crece, el joven corre, el viejo se levanta
En ti hay motivos, también esperanzas
En ti el amor nunca se acuesta ni descansa
En ti el dolor no existe, tampoco la desgracia
En ti solo hay vida para toda una nueva raza
Mi bosque preferido…hoy no tengo sueño
Tampoco cansancio en mi garganta
Alabo tus riquezas que se muestran como montañas
Hoy he tomado una decisión, mi última jugada
En tu eterno verdor que nunca se amilana
Pongo mi presencia eternamente en tu magna sabana
Autor: Arturo Cardona Mattei
30 de Julio de 2009