Eli Heiliger
La voz del pueblo en el sermón
El sermón que toma como punto de partida las palabras pronunciadas por Jesús en la cruz, este año, ha puesto de relieve los males que aquejan a la mayoría de dominicanos y constituye un alerta para aquellos con responsabilidad en cada uno de los sectores mencionados en el mismo.
La voz crítica de la Iglesia sobre la corrupción, politiquería, desatención a los pobres, es muy puntual, hoy que la falta de escrúpulos afecta a muchos de nuestros hombres públicos.
Es la voz de pastores que tienen contactos con su feligresía y que al hablar desde el púlpito reflejan ese quejido que cada día le externan los fieles. Seguro que al emitir un mensaje tan contundente sobre la corrupción interpretaron a sus fieles hartos de la misma.
“Desprotegidos se sienten también -clamó desde el pulpito el padre Mario Cruz Campusano- los ciudadanos, al ver un sistema de justicia corrupto, que condena al inocente y absuelve al culpable. Aquí sólo recibe cárcel el ciudadano de a pie que no tiene ningún tipo de influencias o dinero para un soborno”.
Tienen razón los prelados al decir que la justicia dominicana premia a los corruptos; se castiga al que roba un pedazo de salchichón para alimentar a su familia. Pero a los malhechores, como a Barrabás, los ponen en libertad.
No es casual que la justicia sea tomada cuando la sociedad aún no ha vuelto en sí, tras el fallo emitido por el juez Alejando Moscoso Segarra, liberando a Félix Bautista de ir a un tribunal para conocer las acusaciones formuladas en su contra por el Ministerio Público.
“Para que la justicia no siga encaminándose al despeñadero al que se dirige y arrastra tras de sí a todo un pueblo. Que los acontecimientos de estos días no nos apabullen, ni nos amilanen en la consecución por implantar el imperio de la Ley. Danos tu Espíritu, Padre, que no nos desanimemos, para que no nos derroten por cansancio”, se escuchó decir al reverendo Bautista Cordero.
El sermón de las siete palabras es la voz del pueblo católico que ha sido ampliada por sus pastores y lo único que se espera es que las mismas caigan en buena tierra como ocurrió con el buen sembrador que no desmayó hasta encontrar buena tierra para su semilla.
La misericordia de Dios perdonará a los corruptos, pero no creo que escapen de la justicia terrenal que algún día llegará.
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