Ramón Ceballos
Dominicanos residentes en el exterior mantenemos idiosincrasia
Los dirigentes de los partidos políticos de la República Dominicana no han diseñado políticas que tiendan a integrar a los dominicanos que vivimos fuera del territorio nacional en los estamentos donde se toman las decisiones políticas de la sociedad dominicana.
El liderazgo partidario dominicano no entiende las agendas de los dominicanos del exterior. Cuando asumen funciones públicas, los funcionarios responsables de definir y aplicar políticas, encontramos que no tienen planes y proyectos diseñados parar los que han emigrado, a pesar de que el dominicano ausente es el mejor aliado de nuestros gobernantes, de nuestra economía y del pueblo en general.
La crisis económica en República Dominicana de final del siglo XX impulsó una nueva ola emigratoria impulsada por la dinámica internacional y trajo como resultado nuestra condición de territorialidad ultramarina con fragmentos en Estados Unidos, Europa, América Latina y el Caribe, todos enlazados orgullosamente por los sentimientos de la dominicanidad.
La expansión emigratoria ha generado una vasta comunidad de emigrantes nacionales, dispersa mundialmente, que ha cambiado las realidades de la sociedad dominicana. Hoy podemos decir que en los últimos años, se han ido fortaleciendo los vínculos de los emigrantes en sus países de destino y de origen, lo que ha ido facilitando erradicar los prejuicios y aprehensiones que han existido, situación esta que ha contribuido a variar la apreciación que se tenía de nosotros.
La ola emigratoria que ha tenido la República Dominicana ha facilitado que el país hoy sea uno de los mayores receptores de remesas entre los países en desarrollo, fruto de los dominicanos que orgullosamente vivimos fuera de nuestra patria chica.
Desde los primeros años de la década del noventa (1990) las remesas que los dominicanos residentes en el exterior enviamos a nuestro país no han dejado de crecer a un ritmo sostenido a pesar de la crisis que vive la economía de los países donde residimos. En los últimos doce años la comunidad dominicana en el exterior aportó a la economía dominicana más de US$ 30 mil millones de dólares a través del envío de remesas y gastos de estadías turísticas.
Los dominicanos residentes en el exterior hemos formado una comunidad integrada en su inmensa mayoría por personas trabajadoras y serias, condiciones estas que han facilitado ser una inmigración exitosa. Tanto hemos crecido como comunidad que hoy formamos parte de gobiernos estatales, gobiernos de ciudades, con cargos de asambleístas, alcaldes y concejales. Con orgullo observamos como se habla de la excelente preparación académica de los profesionales dominicanos residentes en el exterior.
Los dominicanos que hacen política en nuestro país, deberían sentirse orgullosos por el hecho de que la colonia dominicana haya adquirido gran influencia en las comunidades donde hoy residimos.
Los políticos dominicanos desconocen que quienes hemos emigrado somos hombres y mujeres, que en un ambiente física y culturalmente extraño lidiamos con las barreras idiomáticas, los horarios, el crudo frío invernal, el racismo, la xenofobia, la exclusión y la animadversión que existe en contra de los inmigrantes tercermundista.
A pesar de esta situación, sin embargo, los dominicanos que vivimos en el exterior no somos ausentes sinó que desempeñamos un papel muy importante en el desarrollo y activación de la economía dominicana.
Los dominicanos residentes en el exterior, es cierto, debido a la distancia en que nos encontramos de la Nación y la influencia extranjera, hemos ido modificando nuestra cultura, sin embargo, mantenemos nuestra idiosincrasia y continuamos netamente siendo criollos como los que permanecen en el territorio nacional.