Eli Heiliger
Cuatro muertes que no deben quedar impunes
Lacera el alma que a estas alturas la Policía Nacional recurra al uso de armas de fuego propias para una guerra, a fin de controlar a manifestantes que corean consignas a favor de la construcción de obras, que previamente les fueron prometidas por las autoridades.
El resultado, macabro, no se hizo esperar: cuatro dominicanos abatidos y más de diez heridos a tiros como si fueran traidores a la patria, entre ellos dos menores de edad, en hechos ocurridos en San Francisco de Macorís y Santiago y Bonao en el curso de la huelga, el 22 y 23 de octubre .
Además de obras en el pliego de demandas se incluyó justicia en el caso de presunta corrupción en la alcaldía de San Francisco de Macorís.
Todavía no supero el asombro ante esa conducta tan bestial exhibida por la Policía Nacional para controlar a manifestantes, pensé que eso es algo superado y más aun que se quiera culpar de las víctimas a los manifestantes, sin hacer un previo estudio.
La técnica policial para controlar ese tipo de manifestaciones no puede seguir siendo plomo a diestra y siniestra, eso es un anacronismo propio de regímenes autoritarios.
Al igual que muchos, tengo la creencia de que la conducta policial exhibida la semana asada en San Francisco de Macorís y Santiago forma parte de acciones destinadas a reprimir este de tipo de acciones duramente para evitar que se extiendan: es decir detenerlas a sangre y plomo.
Las protestas seguirán sucediendo, porque cada vez son más las comunidades que exigen más participación en el reparto más equitativo del Presupuesto Nacional con la exigencia de obras, que en la mayoría de los casos son promesas de campaña.
Así como reprochable es la conducta policial también es criticable que el movimiento popular tolere que se le infiltren encapuchados con armas de fabricación casera y que elementos radicales recurran a métodos violentos para hacer su exigencias.
Una y otra conducta son reprochables y creo que se debe iniciar una investigación para determinar de dónde salieron los disparos que segaron la vida a cuatro dominicanos y una indeterminada cantidad de heridos.
Despacharse con la acusación de que las cuatro víctimas fueron producto del fuego de los manifestantes, es una mala defensa de la Policía Nacional, que muy pocos creen.