Francisco S. Cruz
El poder especulativo de la literatura
Diferencia
El poder especulativo de la literatura.
Por Francisco Cruz
El autor es dirigente político
Si se me preguntase: ¿Qué diferencia concreta existe entre la literatura y la ciencia? Diría que el poder especulativo de la primera.
Y en mi opinión, es ése poder, esa licencia la que hace que la literatura sea ante que nada una mentira creativa, una forma, un medio para uno decir sus mentiras. Mentiras que muchas veces o casi siempre resultan una ironía de nuestra existencia.
En la ciencia, si se asume con seriedad no hay posibilidad para la especulación. Allí, sólo hay espacio para verdades relativas, en otras palabras, esta prohibido el fantasear. En la literatura en cambio, mentira y especulación son un axioma esencial.
Pero mentira y especulación no solo para imponer una realidad ni para rehusarnos a verla y denunciarla, sino, para expresarla desde de nuestra recurrencia especulativa.
Por eso, declaro, que todo el que quiera decir su verdad (¿...?), tome lápiz y papel y comience (si descubre alguna vocación), a decir sus mentiras. Tal vez resulten creíbles, lo cual creo posible porque la fantasía se nutre casi siempre de la realidad y una condición indispensable para hacer literatura es estar vivo.
Y la propia vida es una especulación, pues una vez que tomamos conciencia: nos vestimos de acuerdo a nuestros gustos, nos disfrazamos de acuerdo a lo que queremos aparentar y nos embriagamos de acuerdo a nuestras pasiones. En fin, exageramos hasta para hacernos irreconocibles delante de nosotros mismos.
De modo pues que, el carácter especulativo de la literartura le viene dado del sujeto mismo que la ha elegido como vehiculo para exagerar, denunciar o recrear una vida que puede ser miserable, aburrida o sencillamente gris, por no decir, insoportable.
Y ése carácter especulativo de la literatura se renueva. Así, Honoré de Balzac con su imaginación desbordante fue capaz de decir todas sus mentiras (que no eran tales) para enrostrarle a la sociedad francesa del siglo XIX su cinismo, la frialdad de sus relaciones; y alguna que otras verdades universales.
Tal sucedió con Borges un hombre que supo decir sus mentiras (en el sentido de exagerar una realidad), y sin embargo, se las tomaron en serio. Tan en serio que jamás se las perdonaron.
Pero no hay que tener miedo a uno decir sus mentiras. No importa que nos espere la silla eléctrica, o que por una de ellas, nos condenen a morir en una calle cualquiera.
No importa ni siquiera que nos llamen loco una y mil veces o que un académico (científico moderno), diga en nuestras narices que la literatura nada tiene de utilitario. Eso y mucho más solo debe exacerbar nuestro espíritu especulativo hasta hacerlo reventar si es posible.
Total siempre van ha decir cosas que luego nosotros vamos a exagerar para devolvérselas en forma de mentiras, entonces, dirán que son nuestras mentiras y nosotros contar de hacerlos felices les diremos que sí, que son nuestras mentiras; aunque en el fondo estemos conscientes que hemos mentido a medias, y que ellos (los cuerdos), de algún modo han contribuido a que seamos unos mentirosos por vocación y oficio.
Por ello, hay que educar para que no se nos tome demasiado en serio, aunque sí en cuenta, porque de ello dependerá que nos sepan distinguir. No para que nos den un trato diferente. No. Si no para que sean más benévolos cuando vayan a afilar sus cuchillos.
Decía que hay que educar porque en literatura todo es posible y no se puede descartar que, alguien por ahí con buena imaginación y poder especulativo, divulgue por pura coincidencia imaginativa, algunos aspectos de la vida privada de una persona o que ésta se encuentre retratada en cuerpo y alma en algunas creaciones literarias. Eso puede suceder, es más, ya ha sucedido ("Cien años de soledad", por ejemplo). Pero no es, precisamente, eso lo que quiero destacar que, en todo caso, seria un caso excepcional, sino, que hay que educar a la gente para que no se asombre del poder especulativo de la literatura y para que tampoco nos tome muy en serio.
No quisiera terminar esta breve reflexión sobre lo especulativo en la literatura sin decir que: mientras más capacidad especulativa se exija el que ensaya literatura en mejores condiciones estará para enriquecer ese aspecto esencial que hace que la literatura sea eso y no otra cosa.