Nos dice el Diccionario Léxico Hispano: "Descarrío, error del entendimiento, anomalía, desvocación, asimetría, falso concepto que se tiene de una cosa". Sin lugar a dudas, el hombre comete errores de juicio más frecuente de lo que quisiéramos admitir. Errores pequeños y grandes que salen a la superficie sin importar cuánto hayamos ponderado el pensamiento y la palabra. Las consecuencias, como rabo de lo dicho y hecho, nos van a mortificar por largo rato. Y en estos tiempos, donde todo el mundo tiene su propio librito de la vida y la verdad, las aberraciones han llenado todo nuestro pensar, todo nuestro hablar, todo nuestro actuar. Nuestros líderes -todos ellos- son lumbreras que brillan en ese cielo bajo y negro de las aberraciones. Los ejemplos son como ríos que van destrozando todo lo que encuentran a su paso.
La aberración no respeta fronteras ni raza ni cultura ni ideologías ni rangos sociales, ni académicos, ni económicos. Donde esté el hombre, estará presente una buena dosis de aberraciones. The Miami Herald nos trae el siguiente titular: "El aberrante drama del niño colombiano". Nos describe los horrendos crímenes que se cometen contra niños y niñas. Y el alarmante caso de una niña de solo ocho años que ha quedado embarazada. En Haití los niños viven una vida vacía, sin futuro. Nuevas modalidades de esclavitud han asaltado a toda la niñez de este planeta tan contaminado. Llanamente, estamos en un callejón sin salida. La maldad se ha globalizado a su máxima expresión. El terrorismo, las drogas, las guerras y las enfermedades se han confabulado para hacer de la niñez mundial una víctima acorralada, que no tiene escapatoria. Una niñez vulnerable que todo lo tiene que soportar estoicamente. Así de infame son las aberraciones del hombre.
Un ex-gobernador anuncia que volverá al ruedo político, y una gobernadora lo tilda de "aberración". Unas enfermeras protestan por un aumento de salario negado, y un aberrante silencio llena el Capitolio. ¡No hay chavos!, gritaron los magos de las finanzas gubernamentales. Pero unos meses antes aparecieron diez millones de dólares [$10M] para emplastar toda la plataforma geográfica puertorriqueña con el aberrante estribillo de "Puerto Rico es Paz". Como que todo se da al revés. La mesa de las prioridades tiene las patas hacia arriba. ¡Y qué bonitos se ven todos estos líderes cuando asisten a un círculo de oración! ¡Qué angelicales cuando alzan sus manos en un Día de Clamor a Dios! Todas esas aberraciones terrenales subirían a los cielos espirituales, si fuese verdad que todo el que muere va al cielo. La mochila espiritual de los líderes religiosos está cargada, hinchada de aberraciones mayores.
Aberración es cuando se habla de paz y tranquilidad en la mañana, y en la tarde se pregona el ideal supremo de la National Rifle Association. Parecen herederos del gran actor Charlston Heston. Este hombre -que hizo de Moisés- promocionaba la Biblia en la televisión, y luego iba al Congreso a repartir balas y rifles. Nada, son aberraciones que nacen de la flojera carnal del hombre pecaminoso. Y este es el gran mundo donde siete billones de seres humanos vivimos buscando un final feliz a tanta infelicidad nacida de las aberraciones que siembra y cosecha el hombre.
El hombre y sus aberraciones han marchado juntos por siglos. Por conducto bíblico nos llega lo siguiente: "Bestialidad es la relación sexual antinatural de un hombre o una mujer con un animal". Estas perversiones están plasmadas en los relatos bíblicos. Veamos.
"Cuando un hombre da su emisión seminal a una bestia, debe ser muerto sin falta, y ustedes deben matar la bestia. Y cuando una mujer se acerca a cualquier bestia para tener cópula con ella, tienes que matar a la mujer y a la bestia". [Levíticos] Las aberraciones del hombre y la mujer son inexpresables e inextinguibles.
El género humano necesita una masiva dosis de todo lo que tenga que ver con la espiritualidad. Claro, los hechos y la conducta tienen que reforzar esas palabras. ¿Seremos capaces de subir esa jalda? Tenemos que escoger entre la cima, o la sima.
Queda de ustedes,
Arturo Cardona Mattei
Caguas, Puerto Rico