Carlos Martínez Márquez
Una prosa a lo imposible
‘’Lo imposible ocurre todos los días’’. Joe Hill
(…) y sobre la tierra que ha de quebrarse, transito caminos que me llevan a ningún lado. Me cuesta poco pero me cuesta, subir la colina de lo lejos, de lo que no me deslumbra e impresiona en la vida, y del miedo escurridizo de la desfortuna. Hago lo imposible de encontrarme con todo lo que mata y enferma. A la miseria que le sonríe al verdugo incesante del maltrato. Por encontrarme de frente, a los que aniquilan con demagogia sintéticas a los ingenuos. Hago hasta lo imposible.
Todo aquello que engulle como aquel ‘’antro serpentario’’ de manto negro, de garganta profunda, que digiere a la saciedad, el sufrir, de aquel hambriento aterrado y destrozado por los abyectos irracionales, que nos manejan y vilipendian. Contra todo aquello, lucharía hasta lo imposible, por meditar en medio del conflicto de políticos con cerebros de semillas de almendra y de bajos instintos. Lo imposible, es tan solo cuestión de tiempo, para sentarse a esperar, el vendaval de la muerte con perfume cadavérico y de gloria. Yo, haría lo imposible, para poder dinamitar los corazones… que buscan consuelo, en hombros de aquellos que fallan, cuando intentan guillotinar nuestras ilusiones con mentiras, para saldar la conciencia de lo improcedente y de lo nimio.
Con mis pies deshechos, deseos no me faltan, para caminar a la cima de las marcas multinacionales, que han tenido que ver, con la precaria angurria capitalista del Grupo de los 7 y 10, por no repartir la riqueza y la pobreza, equitativamente. Todo se me hace imposible, de entender lo enrarecido nos parece la democracia o el llamado socialismo de siglo 21. Todo me es igual e indiferente. Todo es posible, haciendo lo imposible, para observar un mundo del mismo croma. Lo imposible no es infinito, es tan solo el hambre, que nos hace demorar el tiempo de inmolarnos, que agudiza con tono desafiante nuestro exterminio, de cara a los infelices dirigentes de Estados retorcidos. Imposible se me hace pensar, de que la opulencia es precisa, para los momentos más crueles, para cosechar tanta bajeza para el atropello, y que todavía no han podido demoler nuestras voluntades, nuestra identidad y autonomía. Si, se me hace cuesta arriba pensar, que todo se ha echado a perder. Que ciertamente, las posibilidades son escasas, para regresar al 056102 cuando los astros se alinearon, para traerme hasta acá, a contemplarlo todo.
Que difícil e imposible, se me hace entender, el mejunje de la política, para acapararlo todo, en cuanto se perpetúan, en la enfermiza ira de poder y mentir a los pueblos flagrantemente.