Carlos Martínez Márquez
Radiografía en perspectiva y retrospectiva
‘’Sus aguas caribeñas son parecidas al Mediterráneo americano…pura metáfora. ’’ El autor.
El Caribe, dado a la luz por la belleza natural de su océano. Sus mares dibujados con espumas, con cara de ilusiones y de sueños, que plasman en holograma, el encanto poético, que no es más que el resultado, de ese espíritu barroco, de característica heterogénea, habitada por gente petrificadas en el tiempo, por el deslumbramiento de la brillantez de su cultura, su riqueza, y un Sol electrizante, en la que nos tiene atrapados en una tela araña, de rayos laberinticos encantados.
Los hijos paridos de este hermoso litoral, tienen la fortuna, de ser hombres sabios, tal como nos bautizara, el navegante italiano, Américo Vespucio. La herencia de una lengua rica, aromatizada, por el frescor de nuestro trópico, esculpida, mediante símbolos lingüísticos, permitiendo comunicarnos, en la forma más llana posible y menos complicada, expresando con imágenes, un lenguaje de trascendencia exquisita.
Nuestros ancestros construyeron (una cultura de generaciones), amuralladas en corales- dándole así, la belleza necesaria, para llamar la atención al forajido, de que había un tesoro de código predecible, aprovechándose, de la ingenuidad y bondad fraterna de sus avecindados. Nuestra historia al día de hoy, es que nunca hemos ejercido nuestra soberanía con carácter responsable, de que al igual que el resto del Caribe, hemos sido no más que ‘’borregos’’, desde el instante que iniciaron la explotación económica y la conquista militar de las Antillas y costas continentales del mar Caribe.
Nuestros conquistadores, vinieron en busca de oro y llevarlo a España. A partir de ahí, hemos sido embaucados, fruto de nuestra propia ignorancia, de desconocer nuestros derechos, con que se adquiere la conciencia de lo patriótico.
Nuestro Caribe, atolondrado a expensa del ancla sumergida, se confunde entre la bravura del mar abierto y el aroma de su caña de azúcar, rociando, el polvo blanco, (fruto de la esclavitud), el viento de los sueños y esperanza, en donde el océano se una con techo de estrellas, para que sus aguas brillen con firmeza, siempre. Esa luz que sonríe en el horizonte, sea la que finalmente, nos libere de las injusticias.