Jackson Pichardo
La piñata dominicana
La República Dominicana continúa inmersa en una campaña electoral, de la cual ha de emerger el próximo presidente de la república. Ya con los principales actores del concurso comicial definidos, vemos a las principales escuadras en labores proselitistas, ofreciendo villas y castillas a sus seguidores aquellos que están aspirando retornar al poder, y jugando al cuco, aquellos que no desean desprenderse de sus prebendas y sinecuras.
Como telón de fondo continúa el llamado país nacional, el cual fue descrito por el autócrata, Joaquín Balaguer, como esa parte de la sociedad que no se inmiscuye en laborantismo político partidario, ya sea porque está asqueado de los políticos y sus prácticas non sanctas o porque entienden que los partidos no tienen ninguna solución a los grandes problemas nacionales que se han ido acumulando por el paso de los años.
Parece mentira, que en una nación con tantos problemas de fondo, el debate político se circunscriba a la personalización del proceso democrático, a si uno sabe expresarse bien y si el otro es un insípido candidato, obviando que ambos candidatos principales tienen detrás de sí, sendas maquinarias políticas que utilizan las mismas prácticas a la hora de asumir la conducción del estado.
Parecería existir un acuerdo tácito, entre ambas opciones electorales de no hacer propuestas claras de cómo es que piensan resolver problemas de la salud, educación, empleos, inseguridad, etc. Al mismo tiempo todo un ejército de periodistas, comunicadores y faranduleros de ocasión, se encargan de hacerle el trabajo de opinión a los partidos para que el pueblo en general no llegue a analizar a fondo la responsabilidad de sus dirigentes en la actual situación político y social del país.
Consignas vacuas, como esa de que ,’’Llegó Papá’’, ‘’Llegó Mamá’’, ‘’Continuar lo que está bien , corregir lo que está mal, hacer lo que nunca se ha hecho’’, son cánticos que sirven para enervar el ánimo de las turbas políticas que aspiran llegar a obtener el botín del estado dominicano, lo mismo para aquellos que no desean perder sus privilegios.
Mientras eso sucede vemos como la delincuencia va imponiendo un toque de queda en la sociedad dominicana, los consulados de las naciones desarrolladas continúan con colas interminables de ciudadanos que quieren escapar a sus realidades y los tiburones del mar Caribe ahítos de tanto alimentarse con carne humana.
Los políticos que nos gastamos los dominicanos no tienen la más mínima intención de concientizar a la gente sobre cuáles son las causas de los problemas fundamentales del país, porque eso sería amolar cuchillos para sus propias gargantas, a ellos le es más negocio mantener el estado actual, porque al final perredeistas y peledeistas se acuestan en la misma cama, donde practican todos los actos de corrupción imaginables.
Todavía el país parecería no estar maduro para una opción diferente, el llamado país político esta de cumpleaños electoral y pronto romperá una nueva piñata, dejando solamente los escombros de nación para las futuras generaciones.
Jackson Pichardo
Es comunicador
Reside en New York