‘’En países como el nuestro, las constituciones siempre fueron, son y serán, simples pedazos de papeles’’.

Joaquín Balaguer
“Padre de la democracia dominicana.”

Nueva vez se acomoda la constitución de la Republica Dominicana a intereses de turno, ahora con el fin explícito de terminar legalizando el saqueo de los recursos naturales del país. Dentro del paquete constitucional, atrasado y caduco, dos caramelos envenenados: la figura del defensor del pueblo y la del plebiscito, y junto con esto, la confirmación de la voluntad de los intereses más recalcitrantes de la sociedad dominicana.

De facto, desde hace bastante tiempo, la gran mayoría de los dominicanos no tienen acceso a disfrutar de muchos de sus recursos naturales más hermosos, al menos que pueda darse el lujo de pagar un hotel (privilegio extendido a muy pocos), pero hacía falta una herramienta legal que sepulte para siempre esa posibilidad, ya que, jerarcas civiles y militares, inversionistas extranjeros, entre ellos artistas reconocidos como Julio Iglesias y Shakira han comprado o se han apoderado,( en el caso de políticos y militares) de inmensas áreas naturales públicas con el fin de sacar de ellas beneficios personales.

A esto le sumamos las pretensiones hegemónicas del liderato político de nuestra corrupta partidocracia, que ve en la aprobación de la nueva constitución un muro de contención frente al malestar popular que puede resultar en un desbordamiento en el futuro no muy lejano, poniendo en peligro así los intereses de las grandes mafias políticas y corporativas que han hecho su fortuna en base a la ruina del país.

Con la eliminación de la Escuela Nacional de la Magistratura se retrocede de una manera vergonzosa a los tiempos en que los jueces se elegían a dedo en oscuros conciabulos políticos, donde la voluntad de cualquier cacique partidista local determinaba que juez había de administrar justicia en jurisdicción.

La cámara de cuentas, el ministerio público... organismos fundamentales en una sociedad democrática serán absorbidos de lleno por el poderoso agujero negro que es el poder ejecutivo, donde se pondrá gente de la estricta confianza del presidente de la república y unos cuantos colados del litoral de la oposición, específicamente del sector de Miguel Vargas Maldonado quien ha fungido como alcahuete de esta contrarreforma del siglo veintiuno.

La contrarreforma ha llegado a su fin con la promulgación de la llamada constitución, la cual como sus predecesoras, será manoseada, ultrajada y violada por los mismos que la crearon, porque más que un cambio de constitución, la Republica Dominicana lo que necesita es un cambio radical en sus instituciones y en la forma en que se dirige el Estado, pues los faunos que hoy están ahí y los que aspiran a dirigir mañana, nunca se han detenido ante ninguna ley, pues siempre han gozado de inmunidad para cometer sus fechorías y para eso se han valido de la impunidad como manto protector y ahí no hay ley que valga.

Penosamente esta “constitución” no es más que un acto de inflación legislativa.

Jackson Pichardo es activista social.