Arturo Cardona Mattei
La engañifa del voto presidencial
Engañifa no es otra cosa que "engaño artificioso con apariencia de utilidad". La clave de esta definición está en la palabra utilidad. Si algo no es útil, entonces es inútil. Es nulo. No sirve para nada. Se descarta. En Puerto Rico el voto presidencial se ha visto como una joya que es parte de la corona que representa la estadidad. Los líderes estadistas ven el voto presidencial como el puente que uniría a Puerto Rico a la Unión norteamericana bajo el manto protector y salvador de la estadidad. Se vuelven a equivocar los mitólogos de la estadidad. Con honestidad moral e intelectual se puede decir que el voto presidencial no resuelve absolutamente nada.
La inmensa mayoría de los puertorriqueños que emigran a Estados Unidos lo hacen en busca de mejores oportunidades económicas y de una mejor calidad de vida, socialmente hablando. Tan pronto pisan suelo norteamericano esos anhelos se harán realidad cuando consigan un buen trabajo. Aquí la clave del progreso estriba en la calidad del trabajo que logren conseguir. Y si se inscriben como electores de su estado, entonces adquieren el derecho a votar por el presidente de la nación. Pregúntele a cualquier puertorriqueño -en cualquiera de los 50 estados- qué tiene más valor en su vida, ¿obtener un trabajo bien remunerado o votar en unas elecciones presidenciales? Nadie forja una vida ciudadana y familiar con una papeleta y una pluma escondido en una caseta de votación. En tan corto tiempo nadie puede pagar sus deudas y cumplir con todas las obligaciones de ciudadano, padre y esposo. Sin trabajo, todo lo demás es una cruel fantasía. El trabajo es la zapata sobre la cual se habrá de formar todo sueño, todo anhelo, toda esperanza. En el mundo económico las fábulas electorales no tienen sentido ni cabida.
El voto presidencial no le ha resuelto a la raza negra norteamericana sus grandes y apremiantes problemas. Los emigrantes mejicanos, venezolanos, peruanos, colombianos, dominicanos y argentinos resuelven sus problemas y forjan su futuro en la nación norteamericana a través del trabajo duro y honesto. El votar por el presidente de la nación no les dice gran cosa. Los únicos que viven de la política directamente, son los políticos profesionales, los de oficio y todos los tontos útiles que son como el rabo; el cual se utiliza para espantar las moscas y los mimes.
Entonces, ¿por qué se atesora tanto el voto presidencial en Puerto Rico? Porque una engañifa bien montada, planificada y financiada logra penetrar las oscuridad mental, emocional y espiritual de un pueblo -el pueblo estadista- que se tiene a sí mismo como uno inferior. El arrodillamiento es la fuerza destructora que hace a un pueblo verse y sentirse inferior a otro. Puerto Rico ha vivido bajo el yugo de dos grandes imperios: España y Estados Unidos. ¿Será posible sobreponerse a más de cinco siglos de tormento colonial? ¡Cadena larga y pesada!
Veamos la imposibilidad del voto presidencial para los puertorriqueños. Nos dice Rafael Hernández Colón, en su libro "Vientos de cambio": "pues si la estadidad, que solo requiere la aprobación del Congreso, es difícil, mucho más lo es una enmienda a la Constitución de Estados Unidos que requiere, no solo la aprobación del Congreso, sino la ratificación por tres cuartas partes de las legislaturas de los estados de la federación". A los ciudadanos de Washington, DC les tomó más de cien años el adquirir el voto presidencial. Aquellos pagan impuestos federales, Puerto Rico no tiene esa carga contributiva. Aquellos hablan el mismo idioma, Puerto Rico tiene su vernáculo: el español. El idioma y la pobreza son obstáculos insalvables para la estadidad.
Resumiendo: lo económico está por encima del voto. La fuerza contributiva es más esencial que la fuerza electoral. Una nación se forja y vive de su desarrollo económico, no de su desarrollo electoral. El puertorriqueño ha vivido sin el voto presidencial, pero no podría vivir sin las contribuciones que se pagan al estado. ¿Dónde está el orgullo y el valor del voto si hasta los criminales encarcelados pueden votar? A ellos también les sería extendido el voto presidencial.
Entre la cárcel y nuestros hogares solo una cosa nos hace muy parecidos: las rejas.
Queda de ustedes,
Arturo Cardona Mattei
Caguas, Puerto Rico