Fauntly Garrido
La dominicanidad se montó en el Metro y llegó a la Barrick
En su más reciente artículo en el NBER (National Bureau of Economic Research) Daniel McFadden (Premio Nobel de economía de la Universidad de Berkeley 2006) titulado "La nueva ciencia del placer" nos lleva a razonar sobre un nuevo paradigma en la comprensión del comportamiento de los consumidores y cómo los describen los modelos económicos tradicionales. De hecho, McFadden nos obliga a tomar evidencias de la psicología, las neurociencias y la antropología, de tal suerte que, aquellas “reacciones” que los modelos tradicionales no logran descifrar no se tilden de anomalías, mas bien que estas son la norma. De tal suerte que el “Homo Economicus” (aquel ser ordenado y maximizador perenne de beneficios) es lo anormal, no lo estándar.
Este nuevo paradigma facilita explicar acciones que van más en línea con el sentimiento de pertenencia que con la obtención de beneficios pura y simple. Es decir, a las personas les molesta más perder lo que tienen que ganar la misma cantidad otra vez. La utilización de estas nuevas herramientas nos ayudaría a comprender más claramente (como hacen los psicólogos) cómo la memoria y las experiencias vividas afectan los esquemas individuales de decisión más allá de un orden fijo de preferencias. La biología comprende mejor que los economistas el sentimiento de bondad y altruismo, puesto que se asocia con la bioquímica. Está demostrado que con mayores niveles de oxcitocina, la hormona del amor, las personas se tornan más bondadosas en escenarios en los que tienen que prestarle de sus fondos a personas que no tienen ningún incentivo claro para devolverlo. Creemos que estas nuevas herramientas pudiesen quizás ayudarnos a entender la lógica peledeísta para la toma de decisiones a lo largo de sus gobiernos y la propia reacción de la sociedad dominicana en su conjunto ante tales decisiones.
Estamos seguros que los delegados de la Barrick que arribaron la semana pasada y en menos de 24 horas concretaron un nuevo acuerdo con el Gobierno dominicano, llegaron cargados de oxitocina y trabajaron intensamente para taladrarle a nuestros negociadores como la pérdida de dicha explotación y la partida de la minera sería más intensa que las posibles ganancias futuras de retomar el control de la mina de Pueblo Viejo.
Si el valor de la mina se estima en US$51,000 millones y la Barrick ha invertido, según sus números, los que el Gobierno no sometió a una auditoría independiente, US$4,000 millones, es difícil comprender cómo somos socios mayoritarios si solo obtendremos alrededor de US$11,500 millones entre impuestos y dividendos a lo largo de los 25 años de explotación. ¿Debemos de aceptar este contrato sin mayores observaciones puesto que con este el presidente Danilo Medina y su equipo salvaron la dignidad nacional o quedan puntos pendientes? Es este sentido de pertenencia el que le ha permitido al gobierno peledeísta de ayer y el actual promover sin mayores cuestionamientos inversiones (valiosas, pero altamente cuestionables en tiempo, forma, alcance, dimensión, etc.) como el metro de Santo Domingo. El Metro es nuestro y por tanto no es necesario cuestionar si esa inversión de US$2,000 millones en 10 años tendrá algún día un flujo de caja suficiente para repagar sus costos operativos tan siquiera, mucho menos una tasa efectiva positiva de retorno. Es hora de que nuestro liderazgo: intermedio, empresarial y la sociedad en su conjunto, comiencen a cuestionar hasta dónde el manejo de las emociones de la colectividad por el andamiaje estatal garantiza la maximización de nuestros recursos. Antes de que se haga demasiado tarde.