Erick Barinas
¿En qué invertir el 4%?
Estoy de acuerdo con que el gobierno central destine cada año el 4% del PIB, o el 16% del presupuesto general de la nación, al sector educativo, como establece la ley, pero entiendo que la sola asignación de esos cuantiosísimos recursos no solucionarán los problemas agudos que afectan el sistema.
Hace falta que una parte de esos recursos se invierta en la construcción planificada de las escuelas y los centros educativos que requiere la población en los distintos puntos de la geografía nacional.
Otra parte del presupuesto de educación se debe invertir en la reconstrucción y remodelación de la infraestructura física escolar ya existente en el país, ya que numerosas escuelas operan en muy mal estado.
Se debe mejorar la calidad del desayuno escolar que se sirve a los niños que acuden a las escuelas públicas, lo cual implica una mayor inversión de recursos financieros y el establecimiento de un eficiente sistema de control de calidad de los alimentos que se suministran.
Los centros educativos, tanto públicos como privados, deben contar hoy día con computadoras y servicio de internet para poder aplicar los sistemas de enseñanza propios del siglo XXI, sin que esto implique en modo alguno el descuido de la enseñanza humanística a través de las materias tradicionales como historia, lengua española, matemáticas, geometría, física y biología, moral y cívica, entre otras.
El sistema educativo dominicano debe contar con textos escolares con la suficiente calidad didáctica como para que los mismos no se cambien cada año o cada cierto tiempo de manera caprichosa o por intereses económicos o empresariales.
Se necesita fortalecer un sistema de supervisión que garantice cada año la idoneidad del cuerpo docente y verifique periódicamente los resultados académicos que se esperan en los maestros y los estudiantes.
Ahora bien, es evidente que estos aspectos que deben mejorarse en el sistema educativo nacional no son suficientes para cambiar positivamente su desempeño.
Se requiere invertir cuantiosos recursos en la formación del cuerpo docente, y no sólo en la formación académica per sé, sino en la especialización didáctica de los maestros en sus respectivas materias de enseñanza.
Esa inversión tiene que hacerse de manera permanente y sostenida para mejorar sustancialmente la calidad de la docencia que se habrá de impartir en las escuelas.
Conjuntamente con esa inversión sostenida, debe estructurarse un sistema salarial que permita que los maestros puedan concentrarse exclusivamente en cumplir con la carga horaria y los estándares de calidad académica que se requiere en los planteles.
La carrera docente tiene que establecerse con todas las garantías laborales y de seguridad social que goza cualquier servidor público o trabajador en cualquier país en desarrollo o avanzado.
Parte de la inversión del reclamado 4% del PIB debe incluir un programa de fortalecimiento de la enseñanza del idioma inglés, así como la construcción de instalaciones deportivas, bibliotecas y espacios de recreación escolar apropiados, a los fines de garantizar un sistema educativo integral y sano a los estudiantes.
Este conjunto de aspectos en los que se debe incrementar la inversión en el sistema educativo tiene que tener como objetivo esencial que los estudiantes egresados de nuestras aulas no sólo aprendan a utilizar apropiadamente la lengua española, tanto hablada como escrita, sino que a la hora de graduarse cuenten con una visión más o menos acabada de la sociedad a partir de los conocimientos adquiridos en los niveles primario y secundario.
De golpe y porrazo no se puede esperar que los estudiantes de las escuelas públicas del país sean bilingües y tengan un dominio terminado del uso de las distintas aplicaciones computacionales al graduarse de bachilleres, pero si se requiere con urgencia que por lo menos no salgan de la secundaria ignorando episodios esenciales de la historia nacional, así como desconociendo las reglas fundamentales de la gramática y la ortografía.
Así como no puede haber maestros analfabetos y semianalfabetos en nuestro sistema educativo, tampoco debe permitirse que los egresados de las escuelas y colegios culminen sus estudios primarios y secundarios sin saber escribir correctamente, sin dominar los períodos esenciales de la historia nacional y universal, sin conocimientos básicos de geografía, y sin saber sumar, restar, dividir y multiplicar.
En definitiva, si la asignación del 4% del PIB a la educación no tiene como norte primario lograr esos objetivos, y no se logra una inversión eficiente en los aspectos fundamentales para lograrlos, ese incremento de recursos no servirá para mejorar la calidad en la formación de los ciudadanos del futuro, y por consiguiente significará un despilfarro similar al de otros países que han hecho cuantiosas inversiones sin haber alcanzado los resultados esperados en términos de calidad académica.