El mundo en esta segunda década del siglo XXI, vive una época denominada post industrial. Donde la informatización, el internet, los servicios y los mercados globales han transformado el paradigma de la “Revolución Industrial”, llevándolo a un estadio superior, con la creación de nuevos esquemas generadores de riqueza, lo que se ha denominado la Revolución del Conocimiento.
¿Y la Republica Dominicana en que estadio se encuentra en esta época? Hemos cometido el error de desmontar una estructura productiva heredada de la dictadura y pasado a depender de una economía de servicio basada en Turismo, Zonas Francas y Telecomunicaciones.
Sector, que por desgracia, es casi absolutamente fruto de inversión extranjera, cuyo beneficios son repatriados, quedando solo en el país los magros salarios, que no cubren siguiera la alimentación del pueblo trabajador, de ahí la terrible ausencia de circulante, lo que restringe la demanda y por ende reduce al mínimo el clima de negocio y la creación de empleos. Reduciendo al mínimo las oportunidades de una juventud creciente. Lo que ha disparado los niveles de violencia e inseguridad.
Nos hemos convertido en un país que depende básicamente del endeudamiento externo. Y donde el estado se ha convertido en una aspiradora de los recursos del público vía impuestos, para pasar a ser distribuido en una abultada empleomanía del sector público (con sueldo millonario en su cúpula) y en inversión en obras no reproductivas. Estado que cuyo déficit eterno, se cubre con más endeudamiento, del que solo se pagan intereses, en un círculo vicioso infernal. Que empobrece la sociedad al consumir su capital.
Hipólito Mejía lo comprendió e hizo en su gobierno notable esfuerzo por impulsar la producción y las exportaciones. Véase el incremento de la producción en el periodo 2000-2004. Danilo Medina también, lo que se ha reflejado en su decisión de estimular e impulsar el aparato productivo. Lo que se refleja en sus visitas sorpresa.
Leonel Fernández ni se enteró, ni le interesó. Por ejemplo, su política agropecuaria estaba enfocada en previlegiar relacionados con los permisos de exportación, a costa de la quiebra del aparato productivo agropecuario nacional. Y desmantelar el aparato productivo heredado, incluyendo la entrega de infraestructura estratégica como los aeropuertos a relacionados.
Fuera de Danilo Medina, ningunos de sus candidatos garantiza el triunfo del PLD en el 2016. Leonel Fernández provocaría una polarización del electorado, que de seguro llevaría a la derrota al PLD en una segunda vuelta.
En la oposición, sin llamarnos a engaño, su líder es Hipólito Mejía. Los demás partidos que conforman la denominada convergencia, todos juntos, no son representativos desde el punto de vista cuantitativo. Luis Abinader, a pesar del nivel de simpatía con que cuenta, no tiene la hoja de servicio y los anclajes sociales que lo hagan capaces de derrotar a un Hipólito Mejía. Que cuando se le ha cuestionado sobre su posible sucesión, ha sido reiterativo declarando; “las posiciones hay que ganársela”. En otras palabras, que ha él hay que ganarle.
Lo que significa que para el 2016, la situación estará polarizada; Danilo Medina e Hipólito Mejía. Porque no creo que el cuestionado Comité Político del PLD, decida suicidarse no impulsando la reelección. Danilo Medina e Hipólito Mejía, ambos representan la misma visión; enfocados en impulsar el aparato productivo nacional, cada uno con su estilo. Danilo Medina con sus visitas sorpresas, Hipólito Mejía con sus Consejos de Gobierno Provinciales.
Hipólito Mejía carga con el fardo de que en su gobierno no se persiguió la corrupción, escudándose en que a los presidentes hay que respetarlos. Poniéndose por encimas de la Constitución y la Ley. Lo mismo ha hecho Danilo Medina al declarar que él no será juez de la corrupción del pasado.
Ambos defraudando al pueblo en el mismo y sensible tema de que se castigue a los corruptos y que sea erradicada la corrupción y la impunidad.
Danilo representa la continuación de un estilo que si bien es cierto el pueblo ve bien, porque ha inyectado dosis de decencia en la administración pública y demostrado sensibilidad social. Aunque ha sido incapaz de impulsar transformaciones que requiere el modelo de organización del estado para superar definitivamente los males del presente. Y reelegirlo, sería reelegir al mismo comité político frente a las instituciones públicas y seria apoyar que continúe la impunidad.
Por el contrario, escoger a Hipólito Mejía, sería una decisión de aquel segmento poblacional que se siente excluido, sin oportunidad y a la deriva en el presente, que es la mayoría. Además la posibilidad de que el pueblo pueda ver realizado su gran anhelo; ver sometido a la justicia los individuos condenado en el seno de la sociedad como corruptos consumados, los responsable de la miseria del presente.
Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción.
He ahí los criterios elementales de determinaran la decisión del voto en las elecciones del 2016, según mi humilde opinión.
El autor es presidente del Partido Quisqueya Potencia –PQP-.
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