Los trabajos importantes que se hacen sin el cuidado ni el rigor que ameritan tienen siempre algo que los delata. Y no hay que hacer mucho esfuerzo para detectar la falla, porque esta misma dispara la alarma automáticamente y pone en evidencia la falta de profesionalismo. Esto ocurre mucho en entidades públicas cuyos fondos salen del erario y a las que rara vez se les cuestiona la calidad de un producto porque este no llega a manos del consumidor convencional, sino a un reducido grupo de ciudadanos que si no lo recibe gratis tiene la oportunidad de adquirirlo a un precio irrisorio. En este caso es un producto sui géneris: el libro «Poesía Reunida» del emblemático poeta René del Risco Bermúdez, y el fabricante es la Editora Nacional, una dependencia del Ministerio de Cultura.
En realidad, el ministro de Cultura Pedro Vergés tiene la culpa de cualquier decepción colectiva con respecto a este asunto, por haber creado grandes expectativas a raíz de los cambios que darían una nueva imagen a la Editora Nacional bajo su administración. A la expectativa institucional se suma el prestigio intelectual cosechado por el propio Vergés desde que ganó en 1980 el Premio de la Crítica al mejor libro de narrativa, en España, por su novela «Sólo cenizas hallarás (Bolero)». En el historial de dicho galardón figuran Camilo José Cela, Miguel Delibes, Ignacio Aldecoa, José Donoso, Juan Carlos Onetti, Javier Marías y Mario Vargas Llosa, entre otros no menos importantes.
De modo que con ese pedigrí literario y otras actuaciones destacadas en el ámbito político, como la de embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), no podemos esperar un trabajo mediocre en nada que figure el nombre de Vergés, y él y sus colaboradores cercanos deben saberlo. Un sello estatal en manos del grupo reunido por Vergés debe cuidarse de la chapucería, de la dejadez, porque no solo está en juego el prestigio intelectual de cada uno de ellos, sino también el vilipendiado destino del pensamiento dominicano.
«Poesía Reunida» de René del Risco Bermúdez no habla bien del nuevo equipo de la Editora Nacional. Además de la falta de una presentación de contexto, prólogo, estudio o aproximación crítica, que señalé en un artículo anterior, la estructura del pequeño volumen deja mucho que desear. Parece que nadie se tomó el tiempo necesario para pensar el contenido ni el orden del libro, y por eso lo que llegó a nuestras manos tiene todas las características de un producto hecho por aficionados de la edición y no por los «profesionales» y los «expertos» del Consejo Editorial nombrado por Vergés.
Lamentablemente el libro dominicano sigue siendo víctima de la dejadez y de fallas que se repiten de una administración en otra. No hemos logrado cambiar la situación que desde hace muchos años viene preocupando a ciertos intelectuales dominicanos. En agosto de 1936, Juan Bosch expresó su pesar sobre el tema en una carta dirigida a Max Henríquez Ureña: «[…] me duele mucho que escritores amigos de otros países me pidan libros nacionales y yo no se los pueda enviar, ya que casi todo lo que tenemos está mal presentado». Otro que nos dejó su queja fue Francisco Moscoso Puello: «Muchos son los libros que se han escrito en República Dominicana; desgraciadamente son pocos leídos; las ediciones han sido escasas; los escritores dominicanos figuran rara vez en nuestras bibliotecas y, para tortura de los bibliófilos, hay muchas obras sobre las cuales existen serias dudas de si fueron o no editadas alguna vez. Un dato curioso […] todos, o la mayoría, están en su primera edición».
Retrocedo en el texto de Moscoso Puello para subrayar unas líneas también curiosas: «Antes de que haga la observación, le declaro que no me ocuparé de ningún literato que viva; estos juicios son peligrosos en esta tierra donde los poetas llevan consigo revólveres, y donde todos, con excepción de su servidor y de algunos de sus amigos, casi comemos gente».
Las palabras de Moscoso Puello aparecen en el quinto capítulo de «Cartas a Evelina», un libro de rara factura que retrata las preocupaciones y la idiosincrasia del dominicano de los años cuarenta del siglo XX; y como podemos apreciar, algo de aquello, para no decir que todo, sigue siendo parte de nuestra vida en pleno siglo XXI.
Ahora hablemos del producto llamado «Poesía Reunida» de René del Risco Bermúdez, publicado por la Editora Nacional con ocasión del homenaje que se le rindiera al autor en la Feria del Libro de Santo Domingo 2017. Sin explicación absoluta el libro está dividido en tres partes: Poemas, El viento frío, y Otros poemas. La primera contiene 79 poemas sueltos; la segunda el emblemático poemario «El viento frío»; y la tercera once poemas, también sueltos y como si algo que no se logra entender obligara a separarlos de los de la primera parte. En total son 109 textos que llegan al lector sin ningún tipo de anotación editorial. En muchos casos al final aparece el año en que fueron escritos, pero no existe un orden cronológico, asunto que dificulta seguir la evolución creativa del poeta.
En la solapa se da noticia de un poemario inédito que RRB escribió cuando tenía 17 años. No sabemos si se incluyó algo de ese libro en «Poesía Reunida», pues «Nenúfares» solo se menciona en la solapa. También llama la atención que el libro inicie con poesía de formato clásico (24 sonetos y un sonetillo) y no con esos textos en versos libres, tan maravillosamente rítmicos, en los que el poeta se crece para entregarnos una época y una ciudad singularizadas por el uso de un lenguaje sencillo, aunque cargado de cuestionamientos, denuncias, sentencias y descripciones que estremecen en todo el sentido de la palabra. Por último, el comentario de la contraportada no pudo ser más soso; palabras huidizas que dudo despierten interés en el lector que se acerque por primera vez a la obra poética de René del Risco Bermúdez, pues repiten lo que ya todos sabemos.
Para concluir, permítanme recordar el mensaje de Pedro Vergés al presentar la nueva imagen de la Editora Nacional: «Todos los libros serán el resultado de una decisión colegiada del Consejo Editorial». Es decir, que en ese resultado entra este «artefacto de fabricación casera» llamado «Poesía Reunida» de René del Risco Bermúdez (1937-1972).