Santo Domingo RD (Por Andrés Díaz)- Los poemas de Marilyn Monroe, abren una puerta al mundo interior de la actriz, revelando tanto la profundidad de sus reflexiones y pensamientos, como el miedo y las inseguridades que sintió a lo largo de su vida.
La imagen de Marilyn Monroe ha sido reproducida hasta la saciedad. Desde que alcanzó la fama en la década de 1950, su inconfundible rostro ha protagonizado cientos de portadas, obras de arte, postales, libros y revistas. Pero, ¿qué hay de la mujer que habitaba bajo aquella mirada entornada y sonrisa magnética?
Pocos llegaron a conocerla. Uno de ellos fue Lee Strasberg, su maestro de interpretación e íntimo amigo que, tras fallecer Marilyn en 1962, heredó varias de las posesiones de la actriz. Dos décadas más tarde, Strasberg murió y las propiedades de su antigua amiga quedaron en manos de su esposa, Anne Strasberg, quien también había compartido tiempo con Monroe durante sus mejores años.
En 2007, mientras ordenaba su piso en Nueva York, Anne Strasberg realizó un hallazgo sin precedentes. Escondidas en el fondo del armario de la habitación de sus hijos, encontró dos cajas que su marido había dejado ahí tiempo atrás. Después de más de cuarenta años en la oscuridad, Anne Strasberg las abrió y, en su interior, halló una colección de un valor inigualable: ahí estaban los poemas y escritos de Marilyn Monroe.
Libretas, agendas, sobres, cartas y papeles quedaron esparcidos por el salón de Strasberg que, conmocionada, empezó a leer todos esos fragmentos, esbozos y versos. En aquellos textos había quedado resguardada para siempre la verdadera Marilyn Monroe, el lado más íntimo de una imagen cuya profundidad era desconocida para el mundo.
Tras organizar todo aquel material inédito, Strasberg se planteó utilizarlo para hacer una película. Pero pronto descartó la idea: no quería convertir un contenido tan personal en algo sensacionalista ni lucrarse a costa de la actriz. De esta manera, Strasberg decidió publicar todo el contenido en un único libro, para que al mundo le llegara una sola voz: la de Marilyn Monroe.
Tres años después, los manuscritos de Monroe llegaron a las librerías bajo el título Fragmentos: poemas, notas personales y cartas, en un cuidado volumen editado por Stanley Buchthal y Bernard Comment, publicado por la editorial HarperCollins. En el prólogo, Buchthal y Comment describen a Marilyn como “una mujer culta y curiosa con un profundo deseo de entender a los demás, al mundo exterior, al destino y a sí misma”.
El libro de Marilyn revela a una mujer joven, reflexiva, insatisfecha con las apariencias superficiales y con anhelos de encontrar la verdad en el fondo de su corazón y en el de las personas. Los poemas, escritos a lápiz y repletos de correcciones y cambios, reflejan los temas que más le preocupaban: la muerte y la soledad, la inseguridad y el dolor de una infancia difícil, su inquietud y sed de intelecto y el contraste entre un mundo interior prácticamente escondido y un mundo exterior tan público.
En el poema Cuerpo y alma la propia Marilyn confiesa “(…) a veces tengo la sensación / de que soy un alma sin cuerpo”, mostrando las diferencias entre cómo el mundo la veía y cómo ella se sentía realmente, tal y como repite en Cara y cruz cuando afirma: “(…) mi corazón arde / pero yo soy escarcha fría resplandeciente”.
En Miedo, refleja sus inseguridades a través de los versos: “Tengo tanto miedo de que no me quieran / que cuando me quieren / no soy capaz de pensar / en el instante / cercano o lejano / en el que dejarán de quererme”. Y en Ser feliz comparte “lágrimas que nadie ve / ruedan por mis mejillas”, prueba de su soledad.
Las notas personales y cartas descubren sus pensamientos más profundos: el dolor de una mujer que sentía que nadie la conocía realmente, las inseguridades de una persona extremadamente perfeccionista para la cual la vida era un cúmulo de decepciones. Además, dan prueba de que, incluso en sus últimos días, Marilyn seguía haciendo planes de futuro: deseaba llegar a interpretar los grandes personajes de las obras de Shakespeare y quería crear una nueva productora asociada con su amigo Marlon Brando.
Más allá de su vocación como escritora, Marilyn Monroe desarrolló una gran pasión por la literatura. Para afrontar la inseguridad que sentía por no haber terminado los estudios, Monroe compaginó sus rodajes con clases en la universidad. Además, leyó más de 400 libros con los que conformó su biblioteca personal.
Uno de los grandes libros que leyó Marilyn Monroe fue el Ulises de James Joyce, considerado "el monte Everest de los lectores" por su complejidad y extensión. Prueba de ello es la instantánea que le hizo a mediados de los años cincuenta Eve Arnold, la primera fotógrafa de la agencia Magnum, que era la reportera en la que más confiaba Marilyn. En la imagen, la actriz aparece sentada en un banco, con el Ulises apoyado sobre las rodillas, completamente sumergida en la lectura.
Arnold rememoró cómo Marilyn le había comentado que leía el Ulises en voz alta para tratar de entenderlo, dada la dificultad de la novela. “Dijo que le encantaba cómo sonaba”, escribió la fotógrafa en su carta. “Cuando llegamos a un parque infantil para hacer fotos, sacó el libro y se puso a leer mientras yo cargaba la película. Así que, por supuesto, la fotografié”, afirmó Eve Arnold, disipando las dudas sobre la espontaneidad del momento.
Los poemas y manuscritos de Marilyn Monroe, unidos a su pasión lectora, dan vida a la mujer que hubo más allá de la joven rubia y radiante de la gran pantalla. Leerla en primera persona ayuda a completar el perfil de una actriz que no solo protagonizó más de 20 películas y revolucionó la historia del cine, sino que además fue una gran lectora e incipiente poeta cuyos versos aún conservan la sensibilidad y el nervio que la caracterizaron.