David Luther
Un modelo económico de crecimiento sostenible basado en la equidad es posible
Las discusiones entre los sectores público y privado sólo tranat los intereses de ambos sectores sin considerar la pobreza y el medio ambiente. La pregunta no es qué exenciones deberían permanecer en sitio para el sector privado ni cuántos subsidios requiere el sector eléctrico. Ambos modelos fallan en principio y no son autosostenibles.
El Rol del estado debe ser de aumentar su inversión en la educación y la salud pública, y de consolidar su rol como supervisor de los diferentes sectores de producción. Impulsar innovaciones y mejores prácticas. Adoptar medidas de energías renovables, al menos en un 20% de la generación eléctrica.
El rol del empresariado es implementar modelos de crecimiento sostenible basado en la equidad. Un crecimiento justo. Que el crecimiento económico que exhibe el país se traduzca a todos las clases sociales, no solo al quintil más rico. Fijar normas de pro-conservación de energía. El ahorro es fundamental.
Al no contar con un modelo socio-económico socialmente integrado y económicamente autosostenible, la República Dominicana no es competitiva ante un entorno regional y global. “No podemos dirigirnos a la problemática mundial de los cambios climáticos, la pobreza, y la protección del medio ambiente con la limitaciones básicas que nos impiden hacerlo.
Los sectores de producción desarrollados en el país deben adoptar modelos de crecimiento sostenibles, produciendo con conciencia social y ambiental. El gobierno debe hacer lo mismo, abogando por una producción social y ambientalmente conciente.
El país está aproximándose a una catástrofe económica y ambiental. Sino integramos nuestro crecimiento a las realidades climáticas y ambientales de nuestro entorno nunca lograremos tener un modelo autosostenible.
El crecimiento histórico de la República Dominicana ha sido sostenido pero irresponsable, y dejamos una huella fúnebre sobre el desarrollo humano y el medio ambiente. Esta huella hoy se manifiesta en la disparidad socio-económica del país, y en los cambios climáticos irreversibles que afectan todo el territorio nacional. Cualquier plan de acción desarrollado por los sectores público y privado debe integrarse al marco de cumplimiento de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas y el Plan de Kyoto.
Debemos asumir la responsabilidad hacia el futuro. Se estima que la demanda energética mundial se duplicará antes del 2030, en solo 20 años. Dónde están los planes de instalación de generación eléctrica de energía renovable? En vez de hacer acuerdos con Brasil para la compra de aviones militares, aprovechemos sus avances en generación eléctrica y combustibles bio-diesel con una transferencia de conocimiento y ayuda bilateral. Solo tenemos que pedirles su ayuda.
La política social de la República Dominicana no puede mantener un gasto social tan bajo o fracasará. El país pierde competitividad y liderazgo en la región. En el 2008, la República Dominicana exportó US$4,000 millones a los Estados Unidos, 5.6% menos que en el 2007 y 12.2% del 2006. El suministro eléctrico sigue deficiente, se interrumpe constantemente y es poco confiable, lo que limita el crecimiento económico, la productividad y el empleo.
El funcionamiento del sector financiero bloquea la competitividad y el desarrollo, por mantener altas tasas de interés. Corremos un peligro evidente cuando las necesidades de adaptación de los pobres son ignorados en el diálogo nacional, que solo trata las demandas de los grupos de interés más poderosos del país. Todo diálogo nacional debe tener como tema central la justicia y equidad social y económica.
Nuestras exportaciones están estancadas. Nuestra inserción productiva a nivel regional es cuestionable y poco competitiva, y nuestra política social está paralizada por los intereses comerciales. El 20% más rico recibe el 41.1% del ingreso del país, mientras que el 20% más pobre recibe solo un 1.4%. En el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, la República Dominicana pasó de la posición número 79 en la lista 177 países en el 2006 a la posición 91 en el 2007, al percibirse una erosión en los indicadores de desarrollo humano del país.
El autor es Director Ejecutivo del IDDI (Instituto Dominicano de Desarrollo Integral.-