Hace unos días, El Alfa, artista urbano oriundo de Herrera, anunciaba a través de una transmisión en directo desde su cuenta de instagram que había llegado a un acuerdo con la Sony para la distribución de "El Hombre", su más reciente álbum compuesto por 14 canciones repletas de ingeniosas ocurrencias entre las cuales destaca una colaboración con la afamada cantante dominico americana Cardi B que ya cuenta con casi 12 millones de reproducciones en Youtube. Exultante, el controvertido intérprete de dembow, comunicaba que la empresa había comprado su producción discográfica por una suma superior al millón de dólares.
Resulta sorprendente ver como estos muchachos, sin apoyos institucionales, han logrado convertirse en los líderes culturales de la juventud dominicana, mediante el uso intensivo e inteligente, en la mayoría de los casos empírico, de las tecnologías de la información y la comunicación. Un dato que pasa muchas veces debajo de la mesa es que los artistas y comunicadores más populares e influyentes de estos tiempos en nuestro país han logrado trascender por fuera de los medios convencionales de comunicación.
Nuestra industria naranja crece y se desarrolla de forma silvestre sin ninguna estrategia de Estado orientada a optimizar los recursos que genera y a estimular su impacto en el desarrollo económico y social del país.
Se denomina industria naranja a todos los bienes y servicios derivados de la cultura, la creatividad y el entretenimiento. UNESCO y CEPAL clasifican en este ámbito a las empresas cuyo principal insumo es el capital intelectual.
El presidente colombiano Iván Duque, considera a las industrias creativas como el puente por excelencia para pasar de un sistema productivo basado en materias primas hacia un modelo de economía del conocimiento. En su libro "Efecto Naranja", publicado en noviembre de 2015 cuando la posibilidad de ganar las elecciones presidenciales de su país dos años más tarde quizás solo existía en su cabeza, señala que "el enfoque debe ser que la economía creativa se convierta en un protagonista de la generación de empleo, las exportaciones, la inversión y la cohesión social."
Cuando Duque tomó por bandera la idea de impulsar la industria naranja lo hacía con conocimiento de causa pues, las economías creativas constituyen un sector gigantesco. Con casi el 4% del PIB mundial y unos treinta millones de empleos, las actividades orientadas a entretener o informar sobrepasan a la industria automovilística en Europa, Japón y Estados Unidos.
En América Latina, se producen casi doscientos mil millones de dólares al año en bienes creativos. Solamente en Brasil el 10% del PIB es aportado por la economía del ocio. En nuestro país, más allá de la recomposición del mercado a raíz de los cambios asociados con la irrupción de las nuevas plataformas digitales como Netflix, Spotify, Apple Music, Youtube, Instagram o Facebook, la robustez de la industria del entretenimiento es innegable.
Sin embargo, se echa en falta una iniciativa institucional orientada a estimular el crecimiento de la economía naranja, a través de proyectos en alianza público-privada. Imaginemos, por ejemplo, el impacto que tendría un proyecto empresarial con capital privado e impulso estatal, destinado a impulsar el surgimiento de expresiones culturales sustentadas en las nuevas tecnologías o a colocar en el mercado internacional las creaciones musicales de artistas urbanos con las características y el talento de Mozart La Para, RochyRD, Chimbala, La Insuperable o Lapiz Conciente.
Es incalculable el impacto que tendría para nuestra economía que, a través del Estado, construyamos fórmulas, más allá de las manidas exenciones fiscales, para hacer de la creatividad una fuente de riqueza y uno de los motores del desarrollo, el bienestar y la prosperidad de los dominicanos.
Ahora que se acerca la época pre electoral, con imaginación y creatividad, los políticos debemos convencer a nuestra juventud de que, contrario a lo que dice la reciente canción de Musicologo El Libro, nuestras propuestas no `tan de naranja.
El autor es Secretario Nacional de Educación del Partido Revolucionario Dominicano.