Carlos Martínez Márquez
Idilio del silencio
‘’El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos’’. Miles Davis
Y, es que cuando ya las palabras su ciclo agotan, nada mejor que la de envolvernos en nuestras pieles. Pasar en limpio, lo que nos dicta la conciencia, para arrancar de raíz la inefable sordera, que en nuestros momentos taciturnos, tratemos de acudir al laberintico deseo de revitalizarnos, de regresar a nuestro punto de partida. El tiempo que se nos va, el que dejamos atrás, con un pasado de quinto elemento, que alguna ocasión nos hizo levitar, aspirando la mejor atmosfera de nuestra síntesis existencial, para protegernos de las altas toxicidades de nuestras inocuas locuras… es aquel que nos hizo mejores, con afinidades de emociones y situaciones de abundante felicidad.
Demoramos un tanto en valorarlo en nuestras vidas. Cuando apelamos a Él, crecemos como personas. Es alucinante artificio saber manejarlo. Pensamos erróneamente en el silencio como un indicador de aislamiento: Es todo lo contrario, es una forma de comunicación penetrante que nos coloca en el atalaya de la reflexión, del sonido atómico, que invade el elemento surrealista de nuestras emociones, que utiliza además, el medio para catar, las intrínsecas realidades y misterios, de nuestras inexplicables apariciones, de este plano al cual pertenecemos.
Nuestros labios al cerrarse, se transportan a la dimensión de los sueños, despertando probablemente en un elemento de dichas y sorpresas, con la divina intención de encontrar nuestros miedos, ansiedades y finalmente, poder encontrarnos a nosotros mismos. El silencio, nos invita, a transitarlo con placentera meditación e inteligencia, del cual somos capaces de expresar muchas cosas, que surgen de nuestros espíritus, los que nos hagan sentir cómodos, para flotar en aguas menos densas y hostiles… y menos proclive a desembocarnos a la abstracta incertidumbre, que tantas veces nos inquietan. Yo, me refugio en el parco laberinto, del placentero mundo de las liricas, para catalizar, desde mi hábitat, el mejor momento productivo del pensamiento, y, para concitar a la conciencia, haciendo de mi ingenio, el mejor aporte, de aquellos que viven en estado de desolación, con inmutable pulcritud de hacer contacto con lo que su naturaleza de existir les provea.
Quiero invitaros, a cultivar el silencio, para que contemplemos el mundo desde una mejor perspectiva y más justa. Intentemos respirar del océano, los tantos elementos que eruptan sus aguas, asimilemos su lenguaje de aliento de sueños, que provocan entusiasmo en saborear, el dulce placer de la serenidad y paciencia. Y que sea preciso el momento, de es mejor callar, de las cosas que no podemos hablar. Dejemos expresar el lenguaje del silencio y la contemplación, que sin dudas, serán capaces de atender a nuestras mayores dudas.