Ismael Reyes
Danilo Medina y el país de las fantasías
Me dediqué a escuchar de manera detenida y sopesada el discurso que el presidente Danilo Medina dirigió a la nación en calidad de rendición de cuentas.
Una pieza discursiva bien estructurada, con muchos elementos de ponderación, pero, sobre todo con datos y cifras económicas que denotaban preocupación por dar explicación sobre el discurrir de la nación, sobre el cómo, cuándo y dónde, todo marcha muy bien y sin embargo, los y las dominicanas no logramos entender cómo es que, a pesar de todo, no se vive así de bien.
Es cierto, porque organismos internacionales no tendrían razón para mentir, que se verifica un crecimiento económico en el país por encima de los demás países de toda la región de América Latina. Sin embargo, lo cierto que, a pesar de esas cifras, la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, acaba de señalar que en los últimos diez años la pobreza creció en un 9% y la indigencia pasó en igual periodo, de un 12% a un 20% .
No se puede decir que todo marcha bien en un país donde la palabra austeridad solo se aplica a los que siempre han vivido en ella
Es decir que ese crecimiento económico no se redistribuye para hacer posible que la inmensa mayoría del pueblo dominicano pueda incrementar su calidad de vida.
Todo parece indicar que al presidente de la república le estarían tomando el pelo o abusando de su buena fe, cuando le llevan a pintar, en muchas aéreas del quehacer gubernamental, pajaritos en el aire.
A pesar de la certeza, en muchos de los sectores, del tan publicitado crecimiento económico, oportuno es reseñar la evaluación inicial sobre el discurso del presidente Medina que hizo el compañero aspirante a regir la nación de una manera distinta, donde las palabras sean una fiel expresión de los hechos.
Nos referimos al ingeniero Miguel Vargas, quien adelantó que la alocución de Danilo Medina sobre el crecimiento de la economía en el 2014, “no se corresponden con los niveles de desigualdad y pobreza que vive la sociedad dominicana, en virtud de que el costo de la canasta familiar para los más pobres supera los doce mil pesos mensuales, y el salario mínimo promedio no llega a los nueve mil pesos”.
“Estoy seguro que es sorprendente para los dominicanos la afirmación del mandatario de que cientos de miles de familias en todo el país hacen ahorro mensuales, lo que resulta imposible con la situación de los bajos salarios y el alto costo de la canasta de las familias de bajos ingresos”, según expresara el candidato presidencial del PRD ingeniero Miguel Vargas en sus primeras consideraciones sobre el discurso presidencial.
El presidente del PRD sustentó su criterio en que el crecimiento del PIB que citó el Presidente está basado en sectores que no impactan significativamente el poder adquisitivo de la gente, como el 20.9% de minería y la intermediación financiera de 8.6%.
Así pues, en un país donde el salario mínimo no alcanza ni para adquirir los productos de la canasta básica, donde la extrema pobreza en los barrios, provincias y comunidades olvidadas adquiere ribetes dramáticos; donde las pensiones distan mucho de compensar los esfuerzos de largos años de quienes pagaron sus contribuciones; donde los profesionales tienen como opción el concho,no se puede expresar, desenfadadamente, que todo marcha bien.
No se puede decir que todo marcha bien en un país donde la palabra austeridad solo se aplica a los que siempre han vivido en ella, es decir, a los infortunados, pero jamás se aplica a los cuantiosos gastos gubernamentales superfluos como la publicidad que nos satura y nos aturde para convencernos de que el gobierno está haciendo lo que nunca se ha hecho.
Político, economista y abogado de la República Dominicana.
@ismaelreyesprd