En su último discurso, el presidente Luis Abinader dio una muestra de desprendimiento, que ahora debe ser seguida por sus ministros. El país necesita una política de austeridad, que comience arriba y termine abajo.
Desde luego, los pobres no se pueden apretar más el cinturón, pero si tienen que ser partícipes de que en esta etapa de la vida nacional todos tienen que sacrificarse. No puede haber la idea de apretar a los de abajo para que los de arriba vivan bien.
El presidente Abinader decidió no cobrar por el desempeño de su trabajo. Donará su salario de los próximos cuatro años a instituciones de bien social. Un mensaje de desprendimiento difícil de ver en esta época.
Los funcionarios se deben someter a austeridad, y los sueldos abultados deben ser reducidos de acuerdo a las necesidades del país. No es posible que por estar trabajando en el gobierno se tenga un salario sobre medio millón de pesos y cientos de miles en gasto de representación.
Hay que someter al gobierno dominicano a un estricto plan de austeridad. Donde no se pueden escatimar esfuerzos y recursos en hacer frente a la pandemia. En el aspecto sanitario se deben agotar todos los recursos. Hay que prestar la mejor atención a los dominicanos.
Mientras se implementa una política estricta de austeridad se debe restringir el tránsito de los vehículos oficiales, controlar la distribución de gasolina, congelar la compra de vehículos de lujo, parar las exoneraciones y hacer cumplir la disposición de que este año no habrá canastas, bonos y regalos navideñas.
La austeridad no puede ser para ponerle el pie a los más necesitados, subiendo los precios de los artículos de primera necesidad y rechazando los subsidios. Por el contrario, debe ser dirigido a que se rebajen o congelen los precios de venta de artículos que son considerados vitales en la dieta diaria.
Lo que si se debe iniciar de inmediato es un programa de emergencia nacional. Que se comience con la creación de empleos masivos. Hay que motorizar la mano de obra y el empleado no calificado, que son los más sensibles en medio de esta situación.
Ese programa de pleno empleo debe ser coordinado entre el gobierno y el sector privado. Si arranca el turismo jugará un papel esencial en esta idea. Es no regalar un salario mensual, sino que la persona se lo gane en un trabajo que deje beneficios.
Por demás con esta austeridad en marcha será difícil determinar hasta cuando el gobierno podrá seguir subvencionando a los desempleados. Ya se ha denunciado que los cesantes van a perder el derecho al seguro. La austeridad es vital. Los funcionarios deben escuchar el mensaje del presidente, no hacer oídos sordos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.