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Rolando Fernández

¡Qué pregunta más interesante!

Hace mucho que una inquietud similar, proveniente de un periodista nuestro, y menos ejerciendo como director de algún medio local, no se escuchaba, o aparecía plasmada en un trabajo publicado. Se trata en este caso del cuestionamiento que hace señor Saúl Pimentel, del periódico digital ALMOMENTO.NET, a través de mismo, edición de fecha septiembre 15, 2017, y que se transcribe más abajo, a los fines de intentar responder.

Se puede considerar como un verdadero “buscapié”, con un mensaje bien sopesado, y aguijoneante, en los momentos precisos en que vive este país, y no solo con relación al uso de términos soeces e insultos en los comentarios que se publican en los periódicos digitales nuestros, sino que se entiende traslativa la censura cuestionante que envuelve, a esa moda despreciable, con tanta vigencia en estos tiempos, hasta los demás medios de comunicación de masa, incluidos la radio y la televisión nacional.

¡Ese es el último guay!, y muchos de los que incurren en esa práctica amoral, incluso se muestran además como osados en extremo, desafiantes y guapos a la vez, como queriendo dejar entrever que se está en la obligación de aguantarles sus improperios.

Cuánto contenido en esa interrogante hecha, que permite explayarse y responderle con la ampliación requerida al señor Pimentel: ¿Está o no el pueblo dominicano apto para vivir en un sistema democrático?

Es algo que debió haberse preguntado la gente prestante de este país desde hace ya varios lustros, debido a cuánto ha venido ocurriendo en el mismo: las indecencias, amoralidades públicas, los irrespetos, los robos apañados, la corrupción generalizada, la falta de institucionalidad, la entrega de la soberanía nacional, deficiencias en la educación, escases de servicios básicos, y el mismo comportamiento impropio que observan algunos medios de la prensa local, entre otras cosas.

Y todo, bajo la sombrilla de la mal llamada democracia representativa, instaurada desde el derrocamiento mismo del régimen de fuerza que encabezara Rafal Leónidas Trujillo, cuando en esta nación se dio un salto súbito hacia un sistema de libertades sin control alguno, y muchos menos, la concienciación requerida por parte del grueso de la sociedad dominicana, para asimilar el nuevo estatus de convivencia obtenido, con las características, obligaciones, derechos y deberes que el mismo implicaba desde entonces, y continúa requiriéndoles siempre.

“Podemos hablar, y hacer cuánto nos venga en gana”, es la concepción que de ordinario se tiene entre los dominicanos, por entenderse que eso es democracia, y no el libertinaje fehaciente en que aquí se vive, con la falta de observación de deberes, y la ausencia cabal de la conciencia ciudadana necesaria, amén de todos los daños que se desprenden de tan errados pensares.

Desde aquel entonces mismo (1961) arrancaron todos los males agudos que en la actualidad vienen afectando a esta nación, en los diferentes órdenes, con “mayusculización” obvia, años tras años por supuesto, hasta extrematizar hoy.

Se soltaron en esos inicios los presos de una gran celda nacional, sin el conocimiento de cómo debían comportarse estando libres, valga la analogía; tampoco,  apareció nadie que le señalara la forma de hacerlo, y mucho menos les exigiera el debido accionar. La cosecha de lo sembrado es la que se está recogiendo desde años aquí.

Por eso estamos como estamos, y actuamos tal lo hacemos. Todo se ha degenerado, se distorsiona, se abusa de las flexibilidades que se otorgan, se irrespetan las normas trazadas; y, lógicamente, la llamada libertad de expresión no está exenta de esas deleznables actitudes pensantes que en tantos se verifican, y  que dicho sea de paso, es donde más se ponen en evidencia diariamente, lo cual ha rebosado al parecer, la paciencia del señor Pimentel, al contactarlo y resistirlo hasta un punto razonable, en los comentarios que se hacen a través del medio de comunicación que dirige.

Ese hartazgo de lo indebido, es lo que luce haber provocado ese pensar que incluye en su artículo-queja, y que se transcribe a continuación:

“(Pareciera que el pueblo dominicano no ha madurado, que aún no está en capacidad de vivir en democracia y que es necesario todavía aplicarle los “métodos trujillistas” de censura previa y mano dura

¡Eso no es que pareciera, es que no se ha madurado!; que no se está preparado para vivir bajo un régimen democrático aún; que no se tiene la concienciación necesaria; que se requiere de una mano dura que trate de enderezar muchas cosas en esta nación.

Claro, no tendrían que ser con los métodos trujillistas necesariamente, en cuanto a lo general; pero, sí que imponga el respeto debido, como las normas de comportamiento apropiadas que viene demandando esta sociedad, en franco deterioro innegable.

Muchos pensantes aquí, hablan de que se amerita de un dictador con una mentalidad avanzada, que gobierne durante un período de tiempo “corrector” razonable, y no están muy lejos de la verdad. ¡Esto no debe continuar como va! El barco acabará por hundirse, más temprano que tarde.

A propósito, algunos investigadores señalan que, los países que han tenido regímenes de fuerza, y que han logrado liberarse de los mismos, en promedio duran alrededor de unos 45 años para volver a la posición anterior - regreso a las dictaduras -, por los deterioros sociales, e institucionales, que a posteriori se van acumulando; las imponen de nuevo. ¡Ojo!, aquí ya pasamos de los 50.

Finalmente, señor Pimentel, se requieren los correctivos de lugar ante los que mal procedan, en relación con su queja externada. A bloquear e inhabilitar a los indeseados, como usted lo expone al término de su publicación. “¡Pa’lante!”

¡Esa es una buena cura para la enfermedad de que se trata! El que no pueda expresarse como es debido, no debe tener nunca espacio en los medios de comunicación.


Autor: Rolando Fernández


www.rfcaminemos.wordpress.com

 

 

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